15.5.09

A droga de Fernando Alonso

Achei esse texto na net. Ele fale de uma coisa que Fernando Alonso compara com uma droga... ganhar. Esta em espanol mesmo para facilitar...
Jarno Trulli lo contaba sorprendido sobre Fernando Alonso. En un partido de tenis que el piloto español perdía contra el italiano, Fernando tiró la raqueta al suelo con furia. Simple y llanamente, no aceptaba la idea de perder.

Relataba Barrichello que, cuando batía a Schumacher en la más obscura sesión de entrenamientos privados, al alemán le cambiaba el rostro y buscaba desesperadamente en la telemetría la clave de su derrota. El propio Barrichello recibió en el pasado fin de semana esa amarga visita ante una carrera que tenía ganada. Ross Brawn, ese veterano gran zorro, recordó al brasileño tras la carrera el gen imprescindible a todo piloto: “es natural que Barrichello estuviese decepcionado. Cualquier piloto que sea derrotado y esté contento, es alguien que no quiero en mi equipo. Sería muy extraño que estuviese contento por ser segundo tras Jenson”.
Precisamente Jesson Button ilustraba semejante espíritu al relatar una experiencia fuera de las pistas. El británico, Mark Webber y su entrenador rodaban en bicicleta por las montañas alrededor de Mónaco. Este, un antiguo comando de élite, exprimía a sus pilotos durante las sesiones con un espíritu extremadamente duro y competitivo. En un momento dado, y bajando a casi 80 Km/h, a Webber le derrapó la bicicleta y estuvo a punto de irse por un barranco de más de cien metros de caída. Tras el susto, Button avisó a su entrenador: “Bernie, no deberíamos montar juntos, porque eres una persona muy competitiva, y nosotros somos pilotos de carreras. Competiremos también con la bici, y ninguno se rendirá hasta que alguien se la pegue…”. Curiosamente, Webber arrastra hoy en día las secuelas de un accidente de bicicleta del pasado invierno.
Ese sentimiento incomprensible

Porque en el espíritu competitivo de un piloto va intrínsecamente unido el fin último que persigue: doblegar a sus rivales. Y cuando se logra, no hay emociones ni sentimientos parecidos, como expresaba uno de los mayores adictos a la victoria en la Fórmula 1, Ayrton Senna: “Ganar es como una droga”. ¿Hay algún piloto que no sienta la profunda verdad de encierra tan exigua afirmación?. “Nunca sabréis lo que un piloto siente cuando gana, el casco oculta sentimientos incomprensibles”. Y en los más grandes, semejante hambre de victoria puede alcanzar extremos patológicos, un afán tan engranado en su esencia como los latidos de su corazón: “Quiero ganar siempre. Esa teoría de que lo importante es participar es pura demagogia”. Y esta es la pasta con la que están modelados los grandes entre los grandes, la pasta de Fernando Alonso o Lewis Hamilton.

¿Y como asumen esa demagogia dos campeones del mundo, ahora que prácticamente ya no cuentan para el título tras solo cinco carreras?. De forma muy dolorosa, creo no exagerar. Y es en estos momentos cuando esa droga dura, ese “sentimiento incomprensible”, mantiene viva la llama en su interior aunque las circunstancias externas impiden avivarla. Como les ocurre en la actualidad a Hamilton y Alonso. Aún recuerdo sus palabras, recién terminada la Fórmula 3000 de 1999. Al reflexionar sobre la primera parte del campeonato, en la que no conseguía resultados y los miembros del equipo Astromega le ninguneaban, me contó con una singular intensidad cuál fue su sostén psicológico para soportar la experiencia: “En aquellos momentos en los que estaba tan mal, tuve que acudir a los más profundo de mí mismo, y cada día tenía que traer a mi mente aquel niño invencible de los karts que fui, para animarme a seguir adelante, para no hundirme, para recordarme a mí mismo que era un ganador”. No tiene el menor mérito confesarlo aquí ahora, pero según le escuchaba tuve la certeza de estar ante un futuro campeón del mundo. A final de aquel año Flavio Briatore le había fichado para la Fórmula 1 después de su memorable victoria en Spa.

Como el aire que respira

Ignoro si Fernando Alonso bebe ahora de aquellas imágenes en estos tiempos de sequía. Posiblemente atesore ahora otras más cercanas y más intensas. Quién sabe si visualizará aquel “¡Toma!, ¡Toma!, ¡Toma!” lanzado con las tripas tras lograr el primer título, u otros de los muchos momentos de gloria vividos en la Fórmula 1. Quizás ya no los necesite. Pero el hecho de ganar mueve a Alonso tanto como el aire que respira. No será el único, seguro. Pero a él se le nota demasiado. Por eso lucha como lo hace en la pista, siempre hasta la última vuelta, lo demostró una vez más en Barcelona. Y ese espíritu de ganador nato, no les quepa la menor duda, latía en lo más profundo cuando se atrevía con unos rebufos terroríficos, bajo la lluvia, en la remontada del Gran Premio de China. O cuando en Bahrein terminó octavo, deshidratado, y perdidos cinco kilos y medio en dos horas. O cuando se atrevió con ese espeluznante adelantamiento por la hierba a Webber en Montmeló.

Esa capacidad de lucha, esas “big balls” de los británicos, “grande palle” de los italianos” o las “pelotas” (en castellano, con perdón) que Alonso derrocha en su ansia por ganar, no lo duden, le harán de nuevo campeón del mundo. Y todos los demás equipos, por supuesto también Ferrari, lo saben de sobra.
(Fonte: el confidencial)

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